Todos nos hemos dado cuenta de sobra de que el día 1 de junio, al cambiar el modo de tarificar la electricidad, nuestro bolsillo ha sufrido las consecuencias. La nueva tarificación eléctrica se ha reflejado en el gasto por consumo en las viviendas y, sobre todo, en aquellas cuya etiqueta energética es F o G. Se estima que en estas viviendas el aumento del gasto energético puede ascender a 600€ más, aproximadamente, más al año.

Nosotros ya hemos hablado en este blog de la importancia que tiene tener una vivienda energéticamente eficiente, no solo para el medioambiente sino para el bolsillo porque puede reducir la factura sobre esos consumos, más de un 20%.

Actualmente, la mayor parte del gasto mensual que genera una familia española corresponde a la electricidad aun siendo España uno de los grandes mercados productores de energías renovables, generando en 2020 hasta un 44% de dicha energía.

Independientemente de la situación económica de los miembros de una familia, si en su hogar hay un gasto en suministros de un 10% de los ingresos familiares o superior, se podría considerar esa vivienda en situación de pobreza energética.

 

¿QUÉ MEDIDAS PODEMOS TOMAR PARA REDUCIR NUESTRA FACTURA?

Pues, desde medidas tan simples como apagar las luces al salir de las habitaciones hasta medidas que necesitan un proyecto más calculado, como las instalaciones de aerotermia, que utiliza bombas de calor para aprovechar el aire del exterior de la vivienda y lo transforma, o la geotermia, que aprovecha el calor estable de la tierra, y que reducen el gasto en un 70% y las emisiones en un 30%.

Si nos centramos en la electricidad, hay que hablar de los electrodomésticos. Hay que tener en cuenta que cuanto más antiguo sea el electrodoméstico, mayor es su consumo y que éstos suponen el 20% del gasto por lo que es muy importante fijarse en las etiquetas y, siempre que se pueda, optar por electrodomésticos cuyas etiquetas sean A+++ o A+. Estos reducen el consumo hasta en un 60% respecto a otros. Por ejemplo, una lavadora cuya etiqueta energética sea A+ o A+++ gasta un 25% menos de energía y hasta un 45% menos de agua. Eso sí, por mucha etiqueta energética que tengan, hay que recordar usarlos bien, por ejemplo, en el caso de la lavadora llenarla con una carga adecuada, siempre que se pueda utilizar programas cortos a baja temperatura, evitar el uso de la secadora si tenemos sitio donde tender al aire libre o, si hablamos del frigorífico, procurar no abrir y cerrar la puerta muy a menudo, mantenerlo abierto durante el tiempo indispensable y programar una temperatura de entre 3 y 5 grados centígrados.

Poner bombillas LED, halógenas o fluorescentes compactas, pese a que el gasto inicial de compra es más alto que una bombilla normal, puede suponer entre un 25 y un 80% menos de consumo y tienen una duración de entre 3 y 20 veces más. Y, por supuesto, siempre que se pueda, aprovechar la luz solar.

Muchas de nosotros tenemos la manía de dejar los dispositivos electrónicos en stand-by, es decir, no los desenchufamos de la red eléctrica, y hay que decir que algo tan insignificante como dejar el ordenador apagado pero enchufado a la red, supone un 2% más de consumo.

Una de las grandes soluciones para reducir el consumo eléctrico, aunque es un proyecto de una envergadura algo más grande si vives en una vivienda unifamiliar o en un edificio sin preinstalación, es la instalación de placas solares. Aunque el gasto pueda ser elevado en un principio, ya que la instalación de una placa solar suele rondar los 5000€, el ahorro es considerable y el plazo de amortización corto.

 

Respecto al gasto en calefacción, es muy importante que, tanto las puertas de acceso como las ventanas de la vivienda estén perfectamente aisladas. Que las ventanas tengan rotura de puente térmico, que ajusten bien, realizadas en un buen material y que tengan bien aislada la caja de la persiana permite que haya una buena climatización natural y evita gasto innecesario en calefacción reduciendo la factura entre un 10 y un 20%. Probablemente, si tenemos una vivienda antigua, el aislamiento de paredes y techos tampoco sea muy eficiente por lo que deberíamos invertir en él, no solo por consumo sino también por reducción de ruidos del exterior que aporta confortabilidad a la vivienda.

Tener un temporizador o un climatizador en la vivienda permite controlar el gasto ya que mantiene una temperatura estable ya que programar la temperatura de la vivienda entre 19 y 21 grados, permite reducir el consumo en un 50%. Cada grado que se suba la calefacción supone un aumento del 7% sobre el gasto.

Y, aunque no lo parezca, la caldera también es un elemento importante que afecta al gasto energético, porque cambiar una antigua por una nueva, por ejemplo, de condensación, puede reducir el consumo hasta en un 30% así como las emisiones de CO2 en una tonelada por hogar al año.

Quizá el agua sea el consumo con menor coste, pero, aun así, disponer de medidas energéticamente eficientes favorece que la factura sea menor y no sume a los cargos anteriores. Desde colocar elementos como reductores de caudal, instalar grifos monomando o un sistema de ahorro por el cual, al abrir el grifo, el sistema controla a qué temperatura está el agua, pero mientras no salga a la correcta, esta recircula por el circuito y no se pierde, hacen que tanto el gasto como el impacto medioambiental sea menor.

Puede que están medidas nos lleven a invertir económicamente en mejorar nuestra vivienda y puede que nuestro presupuesto tras las vacaciones no sea muy elevado por lo que, si no te quieres gastar demasiado pero quieres recortar las facturas de suministros, acciones como llenar el lavavajillas, planchar en un día, cerrar el grifo al lavarte los dientes, las manos o al enjabonarte en la ducha, cocinar tapando la cacerola y aprovechando el calor residual, etc… pueden reducir tu gasto energético y tu impacto medioambiental a coste cero.