Llega el frío y, con él, los meses de mayor gasto energético y económico. Es en estos momentos cuando, la mayoría de nosotros nos preguntamos qué podemos hacer para hacer nuestra vivienda más eficiente, aunque, reconozcámoslo, no es tanto por ser benévolos con el medio ambiente como por el ahorro económico que nos puede suponer.

Según los últimos estudios, una vivienda que esté sosteniblemente adaptada y sea energéticamente eficiente, ahorra hasta un 80% de consumo energético y hasta un 40% de consumo de agua y, quizá lo más importante de cara a una futura venta, revaloriza su valor aumentando su tasación hasta en un 20%.

Debido a que la normativa existente exige que en 2020 las viviendas de nueva construcción ya estén adaptadas y se construyan siguiendo unos estándares de consumo energético casi nulo, hay un aumento tanto de construcción de viviendas sostenibles como de productos financieros que favorecen la adquisición de estas, como las llamadas “hipotecas verdes”.

Pero, ¿qué podemos hacer si ya tenemos una vivienda en propiedad y queremos reformarla para hacerla energéticamente eficiente?

No solo nos beneficia a nivel de reducción del consumo de energía sino también porque, al utilizar materiales no contaminantes, eliminamos esos materiales perjudiciales de nuestro ambiente, ganando calidad de vida.

Lo primero y más importante sería revisar el aislamiento de la vivienda. Quizá modificar el aislamiento de las paredes y cambiarlo por otros de materiales naturales, como el corcho prensado, sea caro, pero también hay que tener en cuenta que son excelentes aislantes acústicos, lo que nos daría un extra en confort.

En este caso, la solución más recurrente es cambiar las ventanas. Un dato interesante es que esto puede aportarnos un 50% de ahorro energético. Hay que elegir siempre ventanas batientes u oscilo batientes puesto que ajustan mejor que las correderas y no dejan ni entrar el frío ni salir el calor. En cuanto a los materiales, se aconseja el PVC, la madera o el aluminio (aunque el PVC es un material plástico que contamina bastante al fabricarse, es la opción más económica) y siempre elegir aquellas con doble acristalamiento para aumentar el aislamiento térmico y acústico.

También se puede cambiar la caldera vieja por una nueva de condensación o, en el caso de viviendas unifamiliares, de biomasa, que es la opción menos contaminante y eficiente.

 

Otro punto importante a revisar y donde más gasto se genera es en luz, electricidad y agua. En el caso de la iluminación, debemos cambiar las bombillas por luminarias de led y elementos de bajo consumo y, si es posible instalar detectores de movimiento y reguladores. Es cierto que el gasto del cambio puede parecer elevado, pero puede hacerse paulatinamente y el ahorro que notaremos es muy significativo.

Para ahorrar electricidad, a la hora de elegir electrodomésticos, aunque sean más caros que los de clase B o C, elegiremos los de clasificación A+, mucho más eficientes y menos contaminantes.

 

Para ahorrar en la partida de agua, está indicado el uso de grifos monomando, limitadores de caudal o aireadores que van a reducir el consumo en un 50% así como grifos termostáticos, que emiten agua caliente nada más abrirlos evitando despilfarrar los más de 5 litros de agua que se gastan cuando abrimos el grifo para lavarnos las manos hasta que sale agua caliente.  O cambiar la cisterna por una de doble descarga.

También pequeños gestos como pintar las paredes con pinturas sin plomo, decorar con fibras naturales o poner en los bajos de la puerta de entrada una barrera de goma o cepillo para que no entre aire, o cuidar de no dejar los grifos abiertos mientras nos cepillamos los dientes, las luces encendidas si no estamos en la habitación o no ventilar con la calefacción encendida, hacen que nuestra vivienda sea más sostenible.

Realizar reformas para que nuestra vivienda se adapte a los nuevos, y sostenibles, tiempos ya no debe hacerse solo por lo políticamente correcto si no porque, aparte de contribuir al cuidado del medio ambiente, nosotros también vamos a disfrutar de una vivienda más longeva, con menor gasto y con mayor conforto lo que, a la larga, nos va a aportar una mejor calidad de vida.