Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer en el que se conmemora la lucha de las mujeres por una participación completa y ecuánime en la sociedad, unos derechos y un desarrollo íntegro como persona en igualdad con el hombre, así como, especialmente después de la pandemia que nos ha tocado vivir, se reivindica el reconocimiento de la mujer como gran cuidadora y se pide, al Estado y a la sociedad, medidas de conciliación y facilidades a las empresas para impulsarlas, en pos de favorecer el reparto equitativo de las labores de cuidado de niños y mayores para que no sea la mujer la gran perjudicada laboral, social y psicológicamente. Otra de las grandes barreras que se pide romper es el techo de cristal en las empresas y en los grandes puestos de responsabilidad, que penalizan la maternidad.
Hoy queremos dedicar nuestro artículo al papel de la mujer dentro de nuestro sector, el sector inmobiliario. Como todos los ámbitos económicos, el mundo inmobiliario había sido un espacio eminentemente masculino hasta que, hace poco más de una década, tras la explosión de la burbuja inmobiliaria de 2008, la mujer comenzó a incorporarse al sector inmobiliario como profesional de facto y su papel es cada vez más relevante y ha pasado de un perfil laboral meramente comercial a puestos donde esta actúa como impulsora y gestora.
En los últimos años, la presencia femenina en el sector se ha multiplicado y las operaciones cerradas por mujeres dentro del ámbito inmobiliario llegan a alcanzar el 60%. Pero, aunque últimamente ha aumentado la presencia de mujeres dentro de estos puestos de alto rango y que debido a la propia evolución del sector y de las relaciones en el mercado inmobiliario han surgido nuevos perfiles que se alejan del tradicional puesto de agente inmobiliario y de la promoción residencial inmobiliaria – como el personal shopper inmobiliario o los partners – donde muchas profesionales han encontrado un lugar para desarrollarse, la posición de éstas dentro de puestos directivos, estratégicos o de toma de decisiones, aún está lejos de alcanzar la tan deseada paridad. No obstante, cada vez hay más empresas que cumplen con el propósito de tener un mínimo del 30% de los puestos con mujeres a la cabeza: en 2020 ya lo cumplían Realia, con un 60%, Tinsa, donde un 58% del total de su empresa son mujeres, Merlin y Aedas Homes con un 40% y Renta Corporación con un poco más de un 30% .
Y es que, conciliar la vida laboral y la familiar, como ocurre en tantos otros sectores, es el talón de Aquiles de la mujer en el mercado laboral, aunque en gran parte es responsabilidad del Estado favorecer políticas de conciliación para permitir el desarrollo, en igualdad de condiciones, entre hombres y mujeres.
La maternidad y el cuidado de los hijos se sigue viendo como un freno en los puestos directivos ocupados por mujeres, en el mercado inmobiliario, en concreto, si se requiere viajar o tener horarios excesivos. Aunque la tendencia está cambiando, debido a la combinación del trabajo presencial y el trabajo, que permite una mayor flexibilidad, y la toma de conciencia sobre la corresponsabilidad en el cuidado y las labores del hogar, todavía se sigue viendo a la mujer profesional como la responsable principal del cuidado de los hijos, con la que no se puede contar el 100% del tiempo y el acceso a ciertos puestos de responsabilidad sigue estando cerrado para ellas.
Organizaciones como WIRES (Women in Real State), cuya Junta Directiva está formada por ocho profesionales de distintas áreas del mercado inmobiliario, y que agrupa a más de 200 directivas del sector, o AMPSI (Asociación de Mujeres Profesionales del Sector Inmobiliario) pelean día a día porque el trabajo de las mujeres dentro de este sector sea visible y referente, y que el talento y el buen trabajo sea lo que impulse el ocupar puestos de responsabilidad en las compañías.
Quizá lo que podemos destacar es qué ha aportado la incorporación de la mujer al mercado y al sector inmobiliario en todos los campos, como, por ejemplo, empatía con el cliente, mayores dotes de comunicación, una visión estratégica y una capacidad analítica más minuciosa, o más frescura, y creatividad.
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